Consecuencias Negativas

SANITARIAS

La crisis tensa los límites del sistema público y lleva al Gobierno a suspender operaciones  y a comprar camas hospitalarias

No hay sistema sanitario que aguante tal ritmo de propagación. Da igual el país o la capacidad del sistema. Si el contagio no se frena, el sistema colapsará y eso significa que el número de muertos será muy superior. La experiencia china arroja los siguientes datos: el 80% de los infectados se recupera sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, pero el 20% restante requiere atención hospitalaria, ya que acaban desarrollando una neumonía más o menos grave, y un 10% cuidados intensivos. El 14% de los casos son severos y el 5% críticos, de los cuales la mitad acaba muriendo. 

Hagan cuentas. Con 1.000 infectados, se necesitarán 200 camas en España; con 10.000, cerca de 2.000, con 100.000 unas 20.000... Y así, sucesivamente. Y todo ello en un periodo de tiempo muy corto, teniendo en cuenta, además, que el personal sanitario también enferma. El gran riesgo a día de hoy no es, por tanto, la enfermedad, ya de por sí grave, sino el colapso del sistema sanitario.

Con una atención adecuada, la probabilidad de recuperación en los casos graves es muy alta, pero sin ella el riesgo de mortandad se dispara. Ésa es la gran diferencia. De ahí que sea tan importante y perentorio frenar como sea el contagio. El siguiente gráfico lo resume a la perfección. Si no se adoptan medidas drásticas al principio del brote, el riesgo es que la enfermedad se convierta en epidemia, crezca de forma exponencial el número de infectados y no haya capacidad sanitaria suficiente para atenderlos a todos. Una vez más, es pura estadística.

Esta situación está propiciando un malestar psicológico en muchos trabajadores que es necesario empezar a gestionar también de forma eficaz desde el ámbito de las organizaciones para cuidar su salud emocional. 

Pretenden evitar desplazamientos y disminuir la frecuentación mientras se mantiene la asistencia sanitaria imprescindible, permitiendo dedicar los recursos suficientes a la atención por coronavirus. 

Atención al público

  • En los servicios de atención al público se priorizará la atención telefónica y telemática.
  • Para el caso de atención presencial, si fuera necesario, previa valoración de los centros directivos, se organizarán los efectivos para garantizar la prestación del servicio.

Consultas telefónicas en atención primaria

  • Se está promoviendo la consulta telefónica con los profesionales de medicina de familia, enfermería y pediatría (reservando espacios en las agendas para esta actividad).
  • Tras la solicitud de cita por parte del usuario, es el profesional asignado quien realiza la llamada para realizar la consulta e indica la realización de una consulta presencial.
  • Asimismo se está promoviendo que la solicitud de renovación de recetas se realice telefónicamente.

Aplazamiento o suspensión de actividades no urgentes

  • Se aplazan o suspenden las actividades sanitarias programadas y no urgentes en los centros sanitarios de atención hospitalaria (consultas, exploraciones e intervenciones).
  • Se suspende la actividad de los centros ocupacionales para personas con problemas de salud mental y adicciones.
  • Quedan sin efecto temporalmente las garantías de tiempo de respuesta asistencial.

Reducción de visitantes en centros sanitarios

  • Se suspenden las visitas de informadores técnicos sanitarios, se autoriza un solo acompañante por paciente en urgencias, centros de atención primaria y hospitalización y se suspende también la actividad del personal voluntario.

Otras líneas de intervención

  • Son la implantación de la telemedicina, potenciar la cirugía ambulatoria así como las consultas en «acto único».


ECONÓMICAS

Que el coronavirus supone una amenaza para la salud pública es un hecho, pero también está comenzando a mermar la economía mundial. Al igual que en su momento las hipotecas basura supusieron un detonante en la recesión económica del 2008, el temor en el mundo a una pandemia podría desatar otra recesión económica en el año 2020.

La crisis económica del coronavirus es producto de varias causas, no todas imprevisibles y no todas relacionadas con la Covid-19. En primer lugar, tenemos un shock simultáneo en la oferta y la demanda. Las cuarentenas han dejado en casa tanto a trabajadores como consumidores, generando un formidable efecto dominó en toda la economía. Por un tiempo cuya duración aún es incierta, la actividad mundial se verá inmensamente reducida, algo que pone en riesgo la supervivencia de innumerables empleos y empresas, así como la subsistencia diaria de millones de trabajadores autónomos e informales.

En consecuencia, distintos mercados han empezado a desplomarse, llevando a algunos a una incipiente crisis crediticia, particularmente en el sector de comercio minorista, turismo, materias primas y aerolíneas. Y es que haber convertido a China en la fábrica del mundo ha creado una enorme dependencia del gigante asiático. En un mundo globalizado, los expertos comienzan a temer un determinado desabastecimiento de productos provenientes de China, algunos, como medicamentos, que se producen en ciudades como Wuhan, justamente donde se inició el brote de coronavirus, que se está propagando como una pandemia por todo el mundo. El impacto económico del coronavirus va a afectar a todos los sectores económicos. Y dependerá de lo que se tarde en controlar la pandemia y de las medidas que tomen los gobiernos para que afecte en mayor o menor medida a las economías domésticas.

Resulta difícil prever la magnitud de todo lo que está ocurriendo y traducirlo en cifras concretas de crecimiento económico y de empleo. Pero todo esto abre un debate sobre la necesidad de desglobalizar y diversificar la producción, como ya está haciendo Estados Unidos. El sector textil, el automovilístico, el electrónico o el tecnológico, por poner un ejemplo, serán los más amenazados, ya que gran parte de los componentes vienen del país asiático, donde la producción está estancada.

Suponiendo que esta crisis no se prolongue demasiado en el tiempo, China sería el País más perjudicado con una rebaja del 0,8% en sus previsiones de crecimiento para el 2020. Mientras el coste humano del virus no deja de cobrarse vidas en China y otros países del mundo, también está pasando factura económica, algo que tiende a incrementar la incertidumbre en torno a la economía mundial. 

La globalización ha convertido al país asiático en una pieza fundamental en la cadena de suministro mundial. El cierre de fábricas en muchas provincias chinas afectadas por el virus ha provocado una conmoción en infinidad de sectores productivos.

El sector industrial es uno de los más afectados. Los esfuerzos por controlar el brote del Coronavirus han llevado a establecer cuarentenas en muchas ciudades industriales del gigante asiático. China es un importante proveedor de componentes tecnológicos del mundo y los envíos de productos han caído en el primer trimestre del 2020. Algunos de los fabricantes de automóviles asiáticos han anunciado el cierre temporal de sus fábricas por la escasez de piezas, y se prevé que en Europa y EEUU ocurra lo mismo.

Los países que más lo notarán son los que tengan una alta dependencia de los envíos de China, para continuar con sus producciones, pues la globalización ha situado a China como la pieza fundamental en el funcionamiento de las complejas cadenas de suministros de las que depende la producción de empresas de todo el mundo.

El sector turismo también se está viendo afectado en Asia, donde los chinos son un grupo numeroso de turistas, que quedarán temporalmente fuera de juego. En Europa, por el momento, este impacto está siendo escaso, aunque se prevé que, con la extensión del virus, el turismo se verá reducido. Las compañías aéreas han experimentado también una drástica caída en el tráfico de pasajeros por el temor que tienen las personas de contagiarse al viajar.

Durante estas semanas ha habido una caída de facturación, a causa del coronavirus, de muchos negocios y el confinamiento de la Comunidad de Madrid y Cataluña y esto no ha ayudado mucho a la economía de España.

El coronavirus va a conseguir disparar el paro y el déficit de España, y con ello van a bajar las previsiones de crecimiento. Habiendo una gran posibilidad que nos caigamos al hoyo de la recesión como ya le está pasando a Italia.

La primera medida del cierre de los centros educativos a todos los niveles, la recomendación del teletrabajo para la mayoría de los trabajadores españoles, la cancelación de actos públicos, culturales y de ocio, y la obligación de cierre de los pequeños comercios que no ofrecen productos de alimentación van a tener graves consecuencias para todos los españoles por culpa del coronavirus. 

una de las medidas que se ha tomado son los expedientes de regulación de empleo temporales (ERTE) por parte no sólo de grandes compañías, sino también de medianas y pequeñas organizaciones. 

¿Qué es un ERTE?

Es un mecanismo contemplado en el Estatuto de los Trabajadores que permite a las empresas suspender contratos de trabajo o reducir las jornadas laborales de manera temporal cuando atraviesen por dificultades económicas, técnicas u organizativas que pongan en riesgo su viabilidad. Y esa es la situación en la que se ven ahora miles de compañías españolas a causa del parón productivo originado por el coronavirus. En este caso se entiende que es una suspensión del contrato por fuera mayor temporal, aunque también puede adoptar forma de reducción de la jornada laboral.

  • Los trabajadores afectados por uno de estos expedientes por motivo de la crisis sanitaria del coronavirus tendrán derecho a percibir la prestación por desempleo aún en el caso de que no hayan cotizado el tiempo suficiente (periodo de carencia) para acceder al subsidio. Ese periodo de carencia está fijado hoy día en 180 días de cotización en los últimos cinco años.
  • Además, el periodo de cobro de la prestación -mientras dure la crisis del coronavirus- no contará a la hora de cobrar futuras prestaciones por desempleo. Es decir, que se pondrá «el contador a cero» una vez termine este momento excepcional. Se considera, por lo tanto, un paréntesis en el subsidio del paro.
  • Ningún trabajador se quedará sin percibir la prestación en caso de que no pueda realizar los trámites a tiempo. Se le garantizará este derecho aunque no pueda finalizar la solicitud en plazo.
  • El Decreto-Ley aprobado este martes pretende agilizar el proceso y los plazos de implementación de los ERTE. Se considerarán de «fuerza mayor» los expedientes de regulación temporales que tengan su origen en medidas adoptadas para hacer frente a la epidemia. Las empresas deberán remitir a la autoridad laboral un informe que vincule su solicitud con las medidas del Gobierno que hayan perjudicado a su actividad. Dichas solicitudes de las empresas se resolverán en un plazo máximo de siete días.
  • Las empresas que realicen un ERTE a causa del coronavirus podrán acceder a una exoneración de las cuotas a la Seguridad Social que corresponderían abonar por los trabajadores afectados por el expediente. Se aplicará tanto a las personas empleadas con suspensión del contrato como a aquellas que vean reducida su jornada por el ERTE.


SOCIALES

Es una situación muy novedosa para la mayoría de nuestra población que no hemos atravesado circunstancias de este tipo que impactan directamente sobre nuestras conductas cotidianas. Sumado a esto, impacta sobre nuestra vida habitual que exige que adoptemos determinadas conductas. Además de un problema médico, la epidemia del coronavirus es un problema de comportamiento social. 

Las consecuencias sociales ya las estamos viendo. Desde el acto más sencillo y común como es saludarnos entre dos personas está cambiando para aislar el contacto físico, a lo que se suma la situación derivada de la aprobación del Estado de Alarma. Es posible que estos cambios en nuestro estilo de vida pasado un tiempo vuelva a normalizarse. No obstante, el temor que tengo es que no seamos capaces de ver al semejante como lo que es, un igual y que esta crisis sanitaria nos conduzca a un mayor aislamiento aumentada desde hace tiempo por las nuevas tecnologías y las redes sociales. 

Nos implica cambiar hábitos, cambiar patrones de relación, todo lo que le da sostén a nuestras vidas que son las rutinas. Pero además genera temor y peligro, nos genera una reacción de incertidumbre muy grande que nos lleva a tomar reacciones a veces más automáticas que no son las mejores conductas a tomar. 

El confinamiento va en contra de nuestros instintos. Estamos diseñados evolutivamente para la intimidad social, física, emotiva, intelectual... Es cierto que muchas veces pecamos de egoístas, pero no hay nada más humano que compartir. Compartimos nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestros cuerpos. Es algo que da sentido a nuestras vidas. Y, sobre todo, nos ha garantizado la supervivencia como especie. 

España ocupa el tercer país de la UE con mayor grado de desigualdad, detrás de Bulgaria y Lituania, si consideramos la distribución de la riqueza, ingresos y la desigualdad de oportunidades al nacer, según la clasificación de la Comisión Europea. España ocupa el tercer país de la UE con mayor grado de desigualdad, detrás de Bulgaria y Lituania, si consideramos la distribución de la riqueza, ingresos y la desigualdad de oportunidades al nacer, según la clasificación de la Comisión Europea.

Pues bien, con este panorama social de grandes desigualdades es con el que nos enfrentamos a la crisis sanitaria del Covid 19, que inevitablemente se agravará conforme pasen los días y semanas. Y lo estamos viendo ya con el confinamiento en las casas de los colectivos más vulnerables. ¿Se ha pensado dónde se pueden confinar las personas sin hogar? ¿Se ha previsto cómo alimentar adecuadamente a niñas y niños que lo hacían en los colegios hoy cerrados? ¿Qué va a suceder con el día a día de las personas mayores que antes se relacionaban en los Centros de Día, hoy cerrados también? ¿Las personas despedidas, cobrarán una renta básica? Y es que a pesar de apoyar las medidas de confinamiento para detener en la medida de lo posible la extensión del coronavirus, las acciones puestas en marcha por el gobierno tienen que abordar también todas estas situaciones. Sobre todo porque es la población más vulnerable, la que se va a ver, una vez más, más afectada.

A la vuelta de la esquina nos encontramos ya con los problemas derivados de la xenofobia, racismo y desprecio a los más vulnerables que aparecen ante una crisis caracterizada por la incertidumbre, la angustia y el pánico. Ante esto, la respuesta decretando el estado de alarma no puede significar soluciones que recorten libertades y derechos fundamentales. El peso de las decisiones no se puede apoyar solo en el aislamiento que, si bien es necesario, no puede ignorar que no nos afecta a tod@s por igual y que exige a la vez otras propuestas.


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